Los dibujos de Pedro Gubbins





Texto para el libro de dibujos "¡Eh - Ay!" de Pedro Gubbins


"...no son las formas exteriores las que materializan el contenido de una obra artística, sino las fuerzas vivas inherentes a la forma..." Vasili Kandinsky


Como el escritor inspirado que alcanza su epifanía cuando percibe que sus personajes se apropian de sus vidas y empiezan a andar por delante de la mano que escribe, así suelta la línea Pedro Gubbins y sus trazos nos conducen asertivos a través de croqueras inagotables. Arquitecto de profesión, tomó un buen día la pluma para incidir al azar sobre una hoja en blanco y no se detuvo más. Sin prisa, sin pausa, lleva hoy casi tres décadas construyendo sus acertijos visuales, 86 de los cuales se despliegan en las páginas de este libro. En ellos la gestualidad es contenida, es indagatoria y veleidosa antes que extrovertida y directa; las más de las ocasiones invita a un recorrido en vez de exhibir una instancia culminante. Hay páginas donde se manifiesta la filiación con el dibujo de arquitectura, con el croquis, con el primer esbozo de una propuesta, pero ésta no deviene sino en el mismo dibujo, en una suerte de tautología deliberada. Ello puede provenir del automatismo como también de un sutil cuestionamiento del oficio de arquitecto, finalmente utilitario, frente al arte, esencialmente liberador en cuanto inútil. Siguiendo una elipse evolutiva, estas geometrías primero inteligibles tornan pronto en abstractas, se alejan hacia un atractivo hermetismo formal, y desde allí emprenden el regreso haciéndose paulatinamente orgánicas para terminar en ciertas figuraciones y, a veces, en figuras objetivas. Sin embargo, este proceso no es lineal ni en el tiempo de ejecución de los dibujos, ni en su ordenamiento en el libro.


La disposición de los dibujos es aleatoria en sus temas y fechas; los tres conjuntos sólo responden al tratamiento básico: línea, línea y plano, y línea y plano más color rojo, lo cual pareciera conferirle cierta progresión al recorrido, mas el desplazamiento constante de los años y, como se ha dicho, del lenguaje que salta de lo filo figurativo a lo abstracto, produce una tensión transversal que empieza a darle otra densidad al libro. Pareciera más bien que la pauta que introduce Pedro Gubbins en la disposición de los 86 dibujos que él mismo ha seleccionado responde a una introspección biográfica, al levantamiento de un extenso autorretrato emocional de tres décadas cuya lectura cabal no puede ser lineal ni secuencial sino fracturada y multifacética, de manera de dar cuenta de los sentimientos que han movilizado su mano, guiándola unas veces por delante, presionándola o sacudiéndola las otras, y otras, en fin, conminándola al silencio. Es así como arma el autor esta publicación y le transfiere el sentido íntimo que poseen sus dibujos en los particulares momentos de su ejecución, en apariencia –y en efecto quizás– espontánea e intuitiva las más de las veces, pero depositarios de las vivencias sensibles de lo que le acontece. Son estas fuerzas vivas inherentes a la forma a las que alude Kandinsky las que marcan el deambular de las líneas y la fruición de los rellenos en los dibujos de Pedro Gubbins, a manera de exultaciones y conjuros de lo que le trae y le quita la vida.


Mario Fonseca

Santiago, octubre de 2010