Disidencias optimistas


Texto para la exposición
"Transgresión/Transición/Transigencia" de Andrés Figueroa
, sala Arcos, Santiago

Desde antiguo, la identidad visual de los clanes ha sido un componente primordial de la sociedad humana, empleada por sus miembros tanto para reconocerse entre ellos como para distinguirse de los demás. Los elementos ocupados en este ejercicio perseverante han ido variando en sus características y materialidad pero, en lo esencial, provienen de fuentes semejantes, de índole territorial, cosmogónico-religiosa y política. Dentro de estos perímetros la libertad puede ser bastante amplia, como la del nuba de Kau que, empleando barro rojo, carbón y conchas molidas, se pinta el cuerpo según se siente al levantarse cada mañana. O particularmente anodina, como la de aquel postulante presidencial que elige la corbata roja de mínimas pintas azules en lugar de la amarilla de puntitos blancos, también según se haya sentido al levantarse esa mañana. Más allá de estos ejemplos algo extremos entre lo creativo y lo aburrido, la industria multipropósito del consumo ha permeado en la cultura urbana occidental –hoy extendida a la sociedad global– un sinnúmero de excedentes visuales que han sido reciclados por las nuevas generaciones e integrados a su identidad disidente, en una suerte de guerrilla que se apropia del armamento del enemigo para revertirlo en su contra.

No obstante, buena parte de esta disidencia no es necesariamente confrontacional sino tan sólo excluyente de los arquetipos y códigos establecidos, lo cual, por cierto, no es menor, pues establece la distancia de la indiferencia, si no del menosprecio, ante un sistema tan aparatoso como inútil, belicoso y degradante, sin mayor destino que su propia muerte por autofagia. En un contexto de esta índole, el surgimiento de grupos esencialmente libertarios que preconizan la identidad de los afectos y la invisten de manifestaciones estéticas luminosas y vitales, puede constituir no sólo la confirmación de la regla sino una excepción esperanzadora. Es quizás esta visión antes optimista que anecdótica o crítica la que llevó a Andrés Figueroa a abordar un registro exhaustivo de jóvenes Pokemones, Emos, Visuals, Screams y otros independientes, estableciendo el entorno auspicioso para que cada retratado pudiera expresar su identidad visual con plenitud y pertinencia.

Andrés Figueroa es uno de los pocos fotógrafos circunscritos a los parámetros tradicionales de la fotografía cuya obra está siempre excediendo los parámetros conservadores de ésta, al incursionar en temáticas que suelen cuestionar por igual a los lenguajes análogos atávicos como a las intervenciones digitales. Más bien, sus proyectos tienen una consistencia tal que les resultan indiferentes los nuevos medios, ocupando los recursos precedentes en cuanto suficientes para sus propósitos, pero sin izar bandera alguna. En su serie multiidentitaria objeto de este comentario, por ejemplo, los registros se resuelven con un set portátil que incluye un sinfín, luces, trípode y cámara. En un trabajo anterior, en que los sujetos, por más que inmóviles, eran descubiertos –sorprendidos– al paso, al autor le bastó la cámara en mano. Esta soltura de medios, funcional para su ubicuidad temática, ha derivado en que la obra de Figueroa se caracterice por una documentación franca, transparente, donde las intenciones se manifiestan en el tema y no en el proceso o los recursos o el soporte, derivando en un estilo basado en ningún estilo. No deja de ser natural y consecuente, entonces, la disposición de sus personajes para ser retratados, pues esa libertad esencial que manifiestan en su actitud y reflejan, por cierto, en sus tocados y vestimentas, es empática con la neutralidad con que el autor decidió retratarlos, desde su propia actitud, tocado y vestimenta no manifiestas.

Cuando Andrés Figueroa recorrió el diccionario para encontrar la definición de Transgresión encontró a continuación la de Transición y luego la de Transigencia, coincidencia ante la cual optó por titular su muestra con los tres términos. Una coincidencia así es azarosa al depender del número de palabras del diccionario elegido, pero lo que no es casual es que Figueroa diera con esa trilogía apenas buscó uno de sus términos, pues ella lo refleja a él tanto como a su obra y como a esta exposición en particular.

Mario Fonseca
Santiago, octubre 2008