La liviandad como virtud


Obras de Gina Osés (arriba) y Constanza Aliaga

Una artista describe escenas urbanas, la otra rurales. Una pinta ocupando una paleta multicolor e intensa adhiriendo recortes o bordados; la otra urde con hilos sin teñir, en ocres y grises pálidos. Ambas ilustran escenas de su imaginación, surgidas de sus entornos frecuentes, ciudades europeas, con sus plazas, sus teatros, en un caso, y en el otro el campo, un trigal, raíces, árboles al viento. Sus trabajos carecen de todo intelectualismo e incluso de cualquier concepto que no sea el que se observa literalmente en cada pieza. Más aún, cuando se salen de estos entornos frecuentes, las cabezas de Constanza Aliaga son moldes de personas cercanas que flotan en los excedentes de sus hilos desplegados hacia la trascendencia, mientras las composiciones abstractas de Gina Osés, gráciles pero cabales, son evocaciones cubistas deudoras de grandes maestros. La liviandad de ambos contenidos descoloca la razón, pero su voluntad diligente y una factura impecable –a veces asombrosa–, convierte esta carencia racional en una virtud sensible.

La vocación espontánea hacia la armonía luminosa y su gratificación estética, así como hacia la vivencia emocional y su plenitud íntima, suele estar vedada del discurso contemporáneo, orientado a la confrontación de las crisis de la sociedad actual o a la revisión del propio ejercicio del arte y la pertinencia de sus recursos y mecanismos formales. Hace mucho tiempo que no se admite un arte inocente del contexto público en el cual se halla inserto el artista, demandando una formulación de supuestos sustentados en la observación y la subsecuente toma de posición para permitirle revelarse visualmente y emplazar su obra en el espacio temporal. Los tejidos de Constanza Aliaga en Artespacio o las pinturas de Gina Osés en la galería de Cecilia Palma contradicen estas condiciones, se liberan de ellas, las ignoran. Al abordar sus obras en una visita, la atención es desviada o neutralizada de cualquier arquetipo conceptual o incursión contestataria, para dar curso a una emotividad primigenia que se manifiesta en algo tan simple pero pleno como una sonrisa interior. No obstante algunas condescendencias ornamentales de menor cuantía, presentes en ambas pero particularmente en Aliaga, lo que prevalece es la expresividad translúcida de sus sentimientos.


Constanza Aliaga

Galería Artespacio
Alonso de Córdova 2600, Vitacura
Hasta el 11 de abril

Gina Osés
Galería Cecilia Palma

Alonso de Córdova 2812, Vitacura

Hasta el 2 de abril


El Sábado 549 - Arte 358

18.03.09. (para publicar el 28.03.09.)