Vestigios


Texto para la exposición
"Vestigios" de Miguel Etchepare, Galería de Arte del Centro de Extensión de la Universidad Católica de Chile, Santiago

El hombre ha vuelto la espalda a la naturaleza y Miguel Etchepare evoca su indolencia. Los frutos cultivados hoy industrialmente antes por la codicia que por el hambre tienen un fulgor efímero que apenas dura el instante de su reproducción fotográfica, por más que ésta luego los eternice en la imprenta. Lo vivo se pudre cuando cumple su ciclo, mas al ser dejado en su entorno se reintegra a él 49 días después, dicen las enseñanzas. Siete semanas con sus siete días transmutan la muerte en vida, pero ello no ocurre en el ámbito de la gastronomía, uno de los siete pilares de la civilización. La sobra se bota al recipiente plástico que finalmente se desintegra medio milenio después. El hombre es soberbio en el ejercicio de sus placeres; no obstante, hay un espejo ante el cual cruza en algún momento y el cual le devuelve sus restos en la cara. Los Vestigios de Etchepare consignan los instantes previos a este acontecimiento ineludible.
Como la muerte, el saldo de la comida visto desde el ojo del sibarita sólo puede horrorizar; en cambio, visto desde el observador de su transcurso más bien redime, en la culminación de su derrotero por los mesones de la existencia. El fotógrafo, Etchepare, busca su redención, pues reconoce su parte. Él ha llevado los trozos densos y húmedos de un plato a otro, él los ha dispuesto para su mejor pose, él los ha iluminado, los ha despejado, los ha saturado. Finalmente, en la culminación de la apariencia, los ha fotografiado. Después, cuando la imagen ya ha partido a diseminar ilusiones, se ha hecho cargo de la realidad. El cuerpo se pudre, acosado por las sucesivas escuadras que lo destrozan. Etchepare medita. Aquella materia, espesa unas horas atrás, se hace gas ante sus ojos. Aquello que movilizó su vanidad, ahora lo suma en la melancolía; aquello que lo extrajo de la melancolía ahora lo trae de vuelta, a su estado original. Las texturas se retraen, apagan sus brillos, consumen sus últimas esperanzas. Etchepare fotografía el hálito final.

Mario Fonseca
Santiago, mayo 2006 (enero 2002)