La perfección invisible


Pastel sobre papel de Ricardo Maffei

El realismo pictórico debe enfrentar hoy los riesgos de un lenguaje que puede ofrecer tratamientos sorprendentes a contenidos insulsos. Desde el surgimiento de la fotografía, a mediados del siglo XIX, la pintura se fue liberando de sus responsabilidades de reproducir el entorno, los personajes y los acontecimientos de su tiempo. Aunque la consignación del pasado requería aún de sus servicios, el presente se volcó pronto al romanticismo y el impresionismo, y luego al expresionismo y el arte abstracto, con el tránsito común del cubismo. La "academia" perduró no obstante, por lo general con visos reaccionarios respecto al sentido de un arte que fuera más allá de la belleza objetiva, medida ésta bajo parámetros sesgados por la habilidad antes que la sensibilidad. En este contexto, un realismo contemporáneo requiere mucho más que el virtuosismo de su factura, la que, por lo demás, no puede ser sino impecable. De hecho, la indispensable prolijidad a todo evento deja a muchos pintores actuales de renombre remitidos a los méritos de sus intentos respecto a sus logros. Asimismo, la percepción de un registro fotográfico subyacente menoscaba cualquier resultado que no lo asuma desde un comienzo, tal como el registro fotográfico referente evidencia la deformación de la mirada por la óptica fotográfica, particularmente la de los lentes gran angulares.

Ricardo Maffei es de los pocos pintores realistas que supera estas exigencias, más allá incluso que Claudio Bravo –salvo sus pinturas de grandes géneros colgando–, dejando largamente atrás a Muñoz Vera y los demás aspirantes locales. La sencillez de sus motivos ha sido un atributo característico del autor, permitiéndole concentrar en escasos elementos y en escenarios a veces de un solo plano, un universo visual que surge, en su mayoría, desde lo táctil. La percepción de estas atmósferas trasciende su manufactura, siendo justamente su perfección inmanente la que da lugar a la intensa experiencia emocional que se puede vivir, aun por breves instantes, ante las pinturas de Ricardo Maffei. La excepción está en aquellas piezas donde se intenta una demanda intelectual, como citar a Andy Warhol, por ejemplo, desvirtuando sin necesidad una obra que cuestiona la contemporaneidad al ubicarse, precisamente, por delante de ella.

Ricardo Maffei
Galería AMS Marlborough
Nueva Costanera 3723, Vitacura
Hasta el 10 de enero

El Sábado 537 – Arte 346
26.12.08. (para publicar el 03.01.09.)